El primer texto de este blog se publicó el 19 de enero de 2008.

sábado, 26 de enero de 2008

El destino del Imperio de Naipes y sus cuatro herederos


El perfecto hieratismo de los cuatro monarcas, las lineas que contorneaban su pálido rostro y su legendaria constumbre de recibir a todos sentados dentro de una tina con agua para, so pena de muerte, nadie les dirigiera directamente la vista sino a su reflejo; me hicieron saber; pese a los misterios para traerme al lugar, que había llegado al palacio real del Imperio de Naipes, en constante convulsión por la supremacía de uno u otro heredero sobre el vasto territorio; sus consortes, también sumergidas en cristalino líquido reflejaban en este, como ellos, cada detalle de su vestimenta y sostenían en la mano derecha una flor amarilla que contrastaba con la imponente espada de sus esposos enarbolada a manera de cetro.
El tener fama de sabio por estos lares es a veces peligroso, se atiene uno a estos riesgos y caprichos… había sido llamado, más literalmente raptado y mi rescate sería mi consejo a quienes no habían decidido la suerte del que fuera todo un imperio bajo la mano de un solo hombre… Desde la muerte del emperador Robwerto Naipe sus cuatro hijos reclamaban la corona pues al haber sido producto de un parto múltiple no le daba el título de primogénito a ninguno; la partera había fallecido sin dar testimonio de cuál había sido el primero en nacer en aquella tormentosa madrugada de fines de siglo.
Al morir el padre los jóvenes hermanos habían hecho, casi a manera de juego, el pacto de construir un gran palacio representativo de los cuatro poderes ahora establecidos; cuando se terminara la fastuosa construcción se proclamaría nuevo emperador y ocuparía el trono en la nueva casa quien pudiera obtener la hegemonía por cualquier via.
Las legiones de Robwerto fueron repartidas entre los ahora autotilulados “Cuatro Naipes”; trece legiones para cada uno y cada cual tomó un rumbo: Hacia el norte el más feroz sometió a filo de espada todas las regiones donde proliferaban focos de rebeldes ante la posibilidad de desprenderse del mando imperial ahora fragmentado. Hacia el oriente partió quien pretendió conquistar con amor el corazón se su pueblo sin descartar la opción de descargar su acero a quien lo contradijere no sin antes leerles algún versículo bíblico liberador del alma pecadora. Hacia el sur se dirigíó el más enclenque de los hijos de Robwerto, algunos murmuraban que desde el vientre los hermanos lo apabullaban por sobrevivir y por ello habría salido probablemente el último y, según se decía, algo deformado; pero la falta de gracia fue recompensada por suerte: al ser la región sur la más devastada por las anteriores guerras apenas había hombres en las tribus o antiguos reinos que hicieran frente a los ejércitos del nuevo rey, se desarrolló entonces un plan de conquista por asignación de parcelas a sus soldados quienes comenzaron a convertirse en colonos y a mezclarse con la población local; fueron los hombres sustitutos de los maridos perdidos.
Por último el vasto occidente, famoso por sus deslumbrantes riquezas fue tarea de Diamond a quien sus súbditos también llamaron “demon” pues no sólo podía mandar al infierno de manera violenta con la temida hacha de su verdugo sino que corrompía el alma de cualquiera con ofrecimientos de todo tipo; también se tejió la leyenda de que el encapuchado decapitador de infieles en la plaza era el propio rey quien después colgaba el instrumento ensangrentado justo detrás del trono.
Habian pasado cincuenta y dos años; no sólo cada cual había solidificado su poder en sus respectivas regiones sinó que habian luchado uno contra el otro para invadir al de al lado; cada cual reclamaba el imperio entero y cada cual tenían en común tener un heredero de dorada melena y refinado bigotillo bajo sus narices quien en un futuro quizás no tan lejano tendría que optar por continuar la tenaz lucha o contentarse con su parte a tenor de ser invadido por algún tio o primo ambicioso.
Quizás su experiencia y azaroza vida habian dado a los ya ancianos reyes la alternativa de por primera vez escuchar la opinión de otros.
No estaba garantizado cuan segura estaba mi vida en esta embarazosa tarea de aconsejar, lo cual esta muy cercano a diferir de las opiniones del aconsejado, en este caso estos cuatro reyes acostumbrados a hacer su voluntad como dioses; pero no tenía otra opción y estaba ahora, como privilegio histórico, en presencia de “Los Cuatro Naipes” y sus más cercanos cortesanos; también los cuatro pintores reales se ocupaba de plasmar en sendas tablas los rostros y atuendos de la familia real en un estilo simbólico muy de moda.
En mi congelada reverencia esperaba la autorización para hablar; sin saber que ellos también esperaban algo, algo que les señalara cual hablaría primero pues este orden podía señalar alguna autoridad sin estar realmente establecido la jerarquía del orden, ¿quien demostraría mayor poder, seguridad o sabiduría, el primero o el último en pronunciar palabra?
La unica actividad posible en aquella inmovilidad era la de los pintores quienes pudieron captar cada detalle de sus retratados sin gesto que entorpeciera su labor… el bufón nos sacó del impasse: entró en el salón dándome un amistoso golpe en la frente para que levantara el rostro y pronunció las palabras de apertura:
“Aqui estás, sabio de sabios para dilucidar el destino de nuestros sabios monarcas… no pienses que eres creatura importante por ello… pero hemos sabido que te has dedicado a vagar por las cuatro regiones de este imperio desde los tiempos del exelso y santo su magestasisíma veleidad Robwerto –aqui todos flexaron aún mas el vientre en señal de reverencia y los hijos del mencionado asintieron levemente … los principes ajenos a la ceremonia se comodaban lunares mirandose en espejitos de manos-; …sabemos también que eres entre los mortales de estas latitudes alguien tocado por la gracia de la escritura y has podido recopilar pergaminos narrando los sucesos de los lugares donde has estado… -acá unos soldados trajeron las pacas de mis escrituras sacadas junto conmigo de mi choza y las dejaron caer justo ante mis ojos haciéndome deglutir con ansiedad pues alguna que otra anotación podría causar mi condena…
El colorido bufón hizo unos cuantos gestos que podrian ser graciosos para quien no estuviera en mi situación y con acento circunspecto me se volvió a dirigir a mi…
“Demandamos una respuesta a esta interrogante: De acuerdo a tus experiencias, oh insignificante ser sin rumbo fijo… ¿Cuál podría ser el futuro más saludable para este imperio que por acuerdo de sus cuatro herederos hoy ha llegado a este punto?… ¿En manos de quién debería recaer la responsabilidad de estar al frente de este reino…?”
Yo ya veia mi cabeza rodar por la alfombra mientras la pregunta aún se repetía en los innumerables recovecos del palacio diseñado para que las órdenes llegaran, a través del fiel eco a los aposentos más recónditos.
Levantando la vista pude percibir la vestimenta del bufón: un ceñido traje cuyo cuidadoso bordado lo dividía en cuatro partes, en el lado izquierdo superior se dibujaba un corazón de naipe rojo en el cuadrante de al lado una espada, en el espacio debajo de este un diamante y por último en ese instintivo recorrido en espiral de la vista estaba el trébol; alternaban los elementos en colores rojo y negro con fondos blancos; el sombrero del comediante degradado, único de aquellas prendas aún sobre la testa de su portador- los demás mostraban sus pelucas como parte de la reverencia y sostenian el sombrero en antebrazo izquierdo con gesto marcial- también lucía los cuatro simbolos del reino a manera de pequeñas estrellas equidistantes formando constelaciones simétricas sobre un oscuro firmamento de terciopelo; a pesar de su estatura mutilada estaba representando a los cuatro monarcas, hablaba por los cuatro y con impertinencia autorizada o no descubierta lo hacía en primera persona…
“Algo quiero decir, su majestad” -me atreví por fin a decir dirigiéndome irónicamente al enano; de esta manera me deshacía del compromiso de dirigirme a alguno de Los Cuatro Naipes en particular ofendiendo la arrogancia de los otros y seguía, de paso, un sentido del humor que podría dar un tono teatral a mis palabras permitiéndome justificar cualquier desliz en el caso de cometerlo… “veo que su precioso traje luce con orgullo los cuatro componentes de este imperio, tal como si las partes de su cuerpo estuvieran comprometidas con cada uno de los monarcas”… ; el bufon me miró con suspicacia y contrajo el orbicular de sus los ojos en señal de saberse atacado con esta introducción, hizo una reverencia exagerada y me dejó continuar.
Su corazón siente y late por el este, su brazo izquierdo, sin embargo tiene la espada para luchar por el norte; y sus piernas correrian por el trébol y el diamante ¿la suerte y la fortuna van juntas en la misma carrera?; nadie, sin embargo, puede correr hacia el sur y el oeste al mismo tiempo sin rasgar su cuerpo… sin embargo veo, majestad que su cabeza esta por encima de esto y mezcla, cual estrellas en el infinto cielo los poderes de todo el reino…
El silencio que continuó me hizo saber que aún debía aclarar lo dicho o que no estaban satisfechos… lo cual era lo mismo o me condenaba a lo mismo al menos…
“….puede quedar usted manco o cojo, Dios no lo quiera, en cualquiera de las innumerables batallas contra el enemigo -continué estonces- pero si por misfortuna alguna vez su cabeza quedara desprendida de su cuerpo ambos, cabeza y cuerpo moririan sin remedio y sus miembros podría ser guardados en un cofre o su cabeza incinerada pero la corona caería definitivamente en manos de otro u otros…”
Los cuatro reyes se miraron uno al otro quizás por primera vez en mucho tiempo; se levantaron y salieron de sus tinas chorreando agua como saliendo de un gran bautizo e inmediatamente todos a su derredor cayeron en un especial extasis de adoración que me alcanzó hasta que me vi de nuevo en mi choza con mis escritos y con el alivio de haber salvado no la vida de un imperio sino la mía.
Me seguí dedicando a escribir la historia de lo que fueron la tierras del vasto dominio de Robwerto que terminó encabezado fugazmente por un bufón gracias a la ignorancia o mala interpretación de mis palabras; rebautizado Joker I tuvo un triste final del que me sentí algo responsable pues una vez muertos los reyes de Espada, Trébol, Corazón y Diamante durante la semana posterior a la declinación de todos sus poderes al diminuto personaje, este fue desmembrado por los hijos de estos y su cabeza incinerada mientras desaparecía misteriosamente el gracioso sombrero-corona; cada heredero dejó podrir en un cofre, junto a la tela que la cubría con el emblema real la parte del cuerpo del bufón–rey que estimó le correspondía y sus reinos fueron tambien podridos en el olvido de rebeliones e invasiones de otros pueblos.
Lo único que hoy recuerda o al menos evoca a estos principes, reinas y reyes son algunos juegos basados en los retratos de los monarcas impresos, gracias a la magia del grabado en fichas de cartón; estos juegos se repiten una y otra vez para diversión o ganancia de bolsillo; pero en un principio intentan el donimio de uno sobre otros con un joker o comodín jugando en todos los bandos para conservar su vida hasta donde sea posible en este mundo de ambiciones y aberraciones donde un castillo de naipes es verdaderamente frágil…
abril 8 MMII

1 comentario:

Hermozo pecado dijo...

Hola como Roberto como estas, mi nombre es david, soy peruano, tengo 18 años y me encanta leer y escribir, mi blog es nuevo y espero que me sirva mucho para publicar algunas de mis hitorias, articulos y cosas que me gustan, gracias por visitar mi blog.

No me enoja que me digas que puedo dejar de ser complicado, por que lo soy y espero que tambien me sirva de terapia este blog, por que mi diario esta guardaddo en habitacion y es muy personal, aca publicare las cosas que pienso o creo.

Tu blog esta buenisimo, nunca he sido aficionado al juego de los naipes-a exepcion el juego que esta en las computadoras- pero el cuento medieval que pusistes esta buenazo lo guardare en la Pc pa imprimirlo y leerlo con tranquilidad en casa. Espero que podamos tener contacto con mas frecuencia y podamos intercambiar ideas.