Estoy en la parada del bus, he llegado aqui después de una caminata bajo un cielo agradablemente nublado por una avenida con árboles, bancas y casas con jardín; llueve, me refugio en un pequeño pasillo lateral de un gimnasio a mi lado porque algunas paradas de bus en esta ciudad de lluvia y sol, no tienen techo; acrílico por medio me acompaña la joven modelo del gran cartel imprecindible en este sitio, no sé si esta vez anuncia un perfume, ropa interior femenina o aceite para carros, está en la misma posición arótica de siempre.
Para asomarme a ver si la ruta veinticuatro llega y poder hacerle señas, debo trasgredir la frontera del pasillo a la lluvia y entonces uso mi paraguas mandarina, en combinación con mi camiseta mandarina, una coincidencia, ese color es demasiado chillón para mi gusto.
He estado otra veces en este pasillo de piso a cuadros ocres y color tierra alternos, como tablero de ajedrez; un metro de ancho y pilastras blancas cada metro y medio o dos... ; he imaginado que aquí pudiérase hacer una miniferia de arte auspiciada por el gimnasio ; los fines de semana o al menos un fin de semana al mes; es una avenida concurrida y hay un área de parqueo del negocio para los curiosos que pasaran en auto, habria de hacerce un poco de propaganda pagada por los mismo artistas participantes.
Por las pilastras suben y bajan hormigas, a poca distancia de sus cabezas pasa la lluvia, paralelas a su camino y pienso qué maravilloso sería ver correr asi gigantescos cilindros de agua como proyectiles, todos en la misma dirección , allá arriba... mas las hormigas no pueden voltear su cabeza para mirar esto, su vida consiste en ese ir y venir para buscar comida, acumular comida y hacer culto a la reina, quien perpetuará su especie.
Llega el bus, cierro el paraguas mandarina y tomo mi camino de hormiga, olvidándome del espectáculo allá arriba.
He estado otra veces en este pasillo de piso a cuadros ocres y color tierra alternos, como tablero de ajedrez; un metro de ancho y pilastras blancas cada metro y medio o dos... ; he imaginado que aquí pudiérase hacer una miniferia de arte auspiciada por el gimnasio ; los fines de semana o al menos un fin de semana al mes; es una avenida concurrida y hay un área de parqueo del negocio para los curiosos que pasaran en auto, habria de hacerce un poco de propaganda pagada por los mismo artistas participantes.
Por las pilastras suben y bajan hormigas, a poca distancia de sus cabezas pasa la lluvia, paralelas a su camino y pienso qué maravilloso sería ver correr asi gigantescos cilindros de agua como proyectiles, todos en la misma dirección , allá arriba... mas las hormigas no pueden voltear su cabeza para mirar esto, su vida consiste en ese ir y venir para buscar comida, acumular comida y hacer culto a la reina, quien perpetuará su especie.
Llega el bus, cierro el paraguas mandarina y tomo mi camino de hormiga, olvidándome del espectáculo allá arriba.
foto tomada de Flirck (publicada por flo.b)