El primer texto de este blog se publicó el 19 de enero de 2008.

lunes, 23 de marzo de 2009

Black Out
no creo en Dios, pero El cree en mi

Una vez leí de un herido de guerra quien, por su gran debilidad y cansancio, no distinguia entre sueño y desmayo cuando quedaba inconsciente; nunca he estado en situación similar a aquél soldado muy parecid a la sufrida por a algunas víctimas del hambre quienes, pasada la noche, continúan en una somnolencia provocada por la escacez de alimento. De niño me desmayaba a veces pero nunca pensé haberme dormido; los desmayos no era demasiado frecuentes pero lo suficiente como para recordarlo; generalmente sucedian en el laboratorio de un policlínico del barrio ante la vista de una aguja hipodérmica; créanme que hace cuarenta años estas eran impresionantes; el olor particular de estos lugares catalizaba mi desfallecimiento; según decian padecía de “presión baja” y se me remediaba tomando “poción yakú”, una variante medicinal del vino tinto; quizás por ello hoy no me guste el vino y sea hipertenso.
Este episodio se repitió años más adelante cuando, habiendo contraido una rara variante de la malaria la fiebre alta hizo desmayarme dos veces; curiosamente una de ellas también frente a una enfermera lista para extraerme un muestra de fluido sanguíneo; por alguna razón desconocida por mí me habian sentado en una banqueta alta y de ahi cai, sin ni siquiera notarlo, causando gran estruendo a pesar de no haber alcanzado aún las doscientas libras.
No recuerdo haber estado alguna otra vez en estado de inconciencia desde esa fecha a no ser cuando duermo; la experiencia de dormir las tenemos todos, con más o menos sueños, pesadillas incluso todos hemos cedido voluntariamante asi nuestra capacidad de percepción por horas sin estar esto vinculado a ningún padecimiento (al contrario, no dormir puede ser una patología) ni a centro médico alguno como el caso de mis desmayos a no ser cuando nos internan en un hospital por alguna razón siendo este mi caso en el corto período en el Hospital "William Soler" en La Habana para operarme de hernia enguinal; era yo un pre-adolescente y tuve, además de las pocas noches dormidas en ese lugar, otra experiencia con la inconciencia cuando me anestesiaron, lo último que recuerdo de esto fue cuando me ponían la máscara de oxígeno, desperté en una cuna, era una cuna y no una cama, lo cual me irritó; estaba amarrado con cintas de gasa a las esquinas para evitar que hurgara en la herida cosida con un oscuro hilo sintético, la blancusa cicatriz horizontal de tres dedos de largo, pespunteada arriba y abajo, aún ocupa su lugar entre mi púbis y mi vientre.
El dormirse viene de a poco, se puede uno despertar sólo o en pareja (entonces cabría decir “se puede DOS despertar”) según la circunstancia de cada cual; desmayarse viene de repente y generalmente regresas con un grupo de gente agitado alrededor tratando de meterte un algodón con alcohol por la nariz; nada que ver con un despertar generalmente tranquilo con la amorosa sensación de abrazo con la almohada (¿habrase visto amor más platónico?) aunque a veces nos empeñemos en llenar los primeros minutos de nuestro dia con ruido, música ¡y hasta noticias!; al despertar de un desmayo sentimos la sensación de haber hecho el ridículo; desmayo y sueño se parecen en la pérdida de la noción del tiempo, sin embargo, mientras el primero puede durar horas o minutos el otro suele ser de unos segundos; supongo que un desmayo prolongado sea el estado de coma lo cual puede conducir al punto final; la muerte, sin embargo no es “el sueño eterno” pues mientras dormimos no nos pudrimos.
hago esta reflexión motivado mi más reciente experiencia con el desmayo; esta vez fue muy singular y no fue frente a una aguja sinó con ella metida en el envés de mi antebrazo; llenaban el tercer tubo de cristal con mi sangre y alcancé a comentar “creo que es mucha sangre para estar en ayunas”… BLACK OUT… según me dijeron más tarde convulsioné y cambié de color y temperatura; las voces de quienes me rodeaban me sacaron del estado inconciente e inmediatamente hube de ir al baño donde sudé al punto de formar un charco en el piso delante de mi. Quizás no recuerde con nitidez cómo fueron las veces anteriores pero tuve la rara sensación de haber estado “del otro lado”… estuve rodeado de un negro sólido, por un instante (según el tiempo real), dejé de existir, ni siquiera puedo decir "tuve la sensación de haber dejad de existir"; porque no hubo sensación alguna.
El adelanto de muerte fue algo revelador; primero no sufrí absolutamente nada; segundo; si algún túnel habia, estaría con la luz apagada; creo que podría haber estado esos segundos o dias y hubiera ¿sentido? lo mismo; no sé qué hubiera pasado si hubiera estado una eternidad, si nunca hubiera regresado o despertado; dos términos que pueden determinar toda una filosofía; si habría un después de esa masa oscura; no sé si existe o existiría el tiempo en esas circunstancias, no sé si hubiera podido acordarme de Dios, esta vez no lo hice, tampoco lo hago en estado totalmente conciente; no hubo miedo, ni arrepentimientos, ni tristezas por quienes dejaba pues no existian, hubo solo NADA; las dudas vinieron después corroborándome que vivo en tránsito y espera, dudando.
Todo ese proceso, tan fugaz, me dió una tranquilidad tremenda; no me dejó; como muchos dicen el deseo de “disfrutar la vida” la corta vida, pues “no somos nada” y en cualquier momento “nos vamos”… nada de eso; me dió… paz; no me importa catalizar el disfrute; vivir es ya hermoso y no hay que temer al final porque no es terrible.