La pena máxima puede variar según el país; puede ser desde la muerte por fusilamiento, apedreamiento, ahorcamiento, inyección letal o silla eléctrica o el confinamiento de por vida a una cárcel...
¿Quienes son los “merecedores” de estas condenas?(nótese el entrecomillado para poner en duda, como es justo, todo término relativo)... pues aquellos que, bajo la ley de cada lugar en particular la han trasgredido de manera imperdonable; el acto de justicia cumple con el objetivo de privar a la sociedad de tan abominable miembro... esos actos imperdonables pueden ser desde el adulterio, el asesinato, el abuso sexual y hasta “crímenes” de índole político (léase diferencia de pensamiento con el orden establecido, lo cual, aunque no lo crea, es condenable en muchos lugares).
En el caso de la muerte, dada la irreversibilidad del hecho, más allá de especulaciones éticas acerca de quién tiene derecho a privar de la vida a otro, se nos plantea el dilema de lo infalible o no del procedimiento mediante el cual, el acusado se encontró culpable.... no obstante, a pesar de haberme metido en esta idea no es este el curso de mi discurso...
La reflexión que me ocupa hoy es el nivel del daño ocacionado por los individuos como parámetro para su condena... “de eso se ocupa del código penal”... se pensará imediatamente; sin embargo estos códigos penales a veces me conmueven por ingenuos.
Un depravado abusa sexualmente de una mujer o un niño o tortura a su víctima y hace sufrir a su familia y optamos por privarlo de la vida sin más dolor ni sufrimiento; otro tanto con esos estadistas quienes en funciones cometen crimenes de guerra y de lesa humanidad y de les manda al otro mundo de un balazo ¿Donde están los dembramientos y otras muertes lentas aplicadas en otros tiempos?... quedaron en los archivos de la historia; en nuestro tiempo no todos tienen derecho a torturar. Todas estos criminales tienen algo en común: son gente dañina o al menos han dañado a alguien o a muchos severamente y por seguro con consecuencias perecederas y lo del desmenbramiento es pura literatura, no creo que debamos llegar al barbarismo, a repetir el horro inflingido por los culpables más tampoco ese es el tema de hoy.
Quiero hoy revisar quienes son las personas que más daño irreversible están provocando no a una persona, ni a una familia, ni siquiera a un país o un sector dentro de un país sino a la humanidad entera; esas quienes matan, poco a poco y ni de a tan poco, a toda la humanidad con plena conciencia del hecho pues las consecuencias de sus actos son hace años conocidas.... no sólo están aniquilando a la humanidad, sino a todo ser viviente tanto animales como plantas especie tras especia... ¿Habrá que esperar que se consume su crimen para acusarlos....? ¿habra humanidad y justicia para tal fecha? Quizás ellos mismos, o sus descendientes, hayan sufrido en ese futuro tenebroso las consecuencia de su indolencia que es, en ultima instancia, ignorancia.... No hay que esperar, hay que detener de alguna manera a todos aquellos que, por su efímero lucro, están atentando contra el planeta... esos que taladran la superficie de La Tierra para seguir chupando petróleo en vez de promover una carrera vertiginosa en busca de energías alternativas.... debemos no sólo condenar en abstracto sino crear leyes drásticas que no deje impune a quienes desecan un humedal o talan un bosque indiscriminadamente e incluso a quienes construyen una carretera sin estudiar cual sería la opción de menor impacto ambiental... y no hablo del leñador furtivo; del ciudadano inconciente que quema basura, del pequeño agricultor que usa químicos... estos necesitarian simplemente ser educados; hablo de las grandes industrias, hablo de los gobiernos y los poderes detrás de ellas y estas entidades tienen un nombre y tiene también un hombre o un grupo aprobando, decretando, estimulando o bloqueando leyes las cuales pueden mejorar las cosas o empeorarlas.... esos hombres identificables, en ocaciones de vida pública y publicada, presentes en reuniones internacionales, delegados de naciones e instituciones multinacionales, esos cabecillas mundiales hoy tan intocables son, para mi, los verdaderos merecedores de la pena máxima, quizás no la muerte o la cadena perpétua pero si el despojo de sus poderes para evitar males mayores; la humanidad necesita tal justicia, necesitamos otros códigos penales para encausar a tales criminales.