A menos de un año de comenzar el siglo XXI el mundo vió entrar en acción las tropas norteamericanas; el ejército del país más poderoso del mundo salía a buscar al cabecilla de los responsables, o al menos responsabilizados con el ataque directo en suelo estadounidense, algo insólito e imperdonable. En breve, también de manera insólita, comenzó la invasión a Irak cuyas controvertidas y variables motivaciones se han ido sucediendo a lo largo de algo más de un quinquenio.
Lejos de un arrollador triunfo del sofísticado ejército, ambos conflictos bélicos han dado al traste con una peor imagen, si pudiera ser, de Estados Unidos y su presidente ante el mundo y si bien los objetivos de jugosas ganancias para quienes la buscaban se han cumplido, a nivel nacional vino la recesión.
No sólo los pueblos del sur tienen mala memoria y eligen a ex-golpistas y ex-saqueadores del erario público como presidentes; en el norte la opción de cambiar el líder y variar en algo el rumbo de las decisiones del gobierno se ha hecho una lucha cada vez más enconada con un final de carrera de fondo; la mitad del país queda literalmente decepcionada al ver elegido a su «contrincante»; esto, entre otras cosas, me parecen evidencia de una marcada indefinición hija una época donde podemos hablar de otras señales apuntando a las primeras fisuras de una pre-eminencia política y económica de un sólo país.
Estos "síntomas" se van deslizando paulatinamente: el crecimiento económico de China, el dominio del sector energético en Asia Central por Rusia, que incluye el fracaso de los intentos de la Casa Blanca por acercarse al nuevo presidente de Turkmenistán (Dick Cheney personalmente sufrió el consabido desaire); la escalada de los talibanes en Waziristán donde la porosa frontera con Pakistán se hace aún más peligrosa con la renuncia del dictador devenido en presidente Musharraf, aliado del Tio Sam.
Si a todo esto se suma la hegemonía de la izquierda al sur del Rio Bravo, con expresiones radicales en algunos casos; el fracaso de la campaña anti iraní lanzada por George W. Bush en su gira a paises árabes; la aceptación de Viet-Nam y China como aliados económicos sólo nos queda el tiro de gracia o más bien el cañonazo de aviso que dió Rusia con su presencia militar en Ossetia del Sur para pensar en un cambio del estado de cosas donde la instalación del escudo antimisil en paises perisféricos de Rusia por parte de Estados Unidos puede ser un punto de partida para la confrontación, más allá de lo diplomático de dos viejos contendientes, uno con una nueva cara aún menos amigable aunque algo le queda de sus sesenta años de totalitarismo sumado a un vertiginoso aprendizaje de cómo son los juegos de poder en la «democracia».
Se vislumbra un cambio donde el poder no estará de un solo lado y, por lo tanto no va a ser impune; este balance necesariamente significa el debilitamiento del otrora monarca.