El primer texto de este blog se publicó el 19 de enero de 2008.

sábado, 2 de agosto de 2008

estaciones


Más arriba del sudoroso lomo de un depredador de regreso a su cubil explosiones de verdes rematan los árboles, cada hoja una tormenta con su centella de clorofila llevando energía a todos los puntos de ese particular fragmento del mundo; el aire recoge y transporta los quejidos de las ramas y comentarios de sus habitantes e idealiza los olores de los frutos, placentas condenadas a ser consumidas para ver abortar con tristeza el parto o a pudrir en cuanto la criatura que cubren jugosamente llegue a tierra para intentar comenzar una vida nueva… el aire también se lleva las notas de despedida del verano escritas en hojas secas y se prepara para la catalepsia invernal tras la cual saldrá de su capullo blanco, otra vez frondoso, a la siguiente primavera; quizás en esas ramas secas, para algunos tristes, se geste el amor que permitirá, estación más adelante, la cópula de las flores, no serían tan bellos los árboles si no interviniese el amor en su concepción.
Quizás el arbol reflexione en el invierno y de gracias a Dios de no haber sido cortado y echado al fuego o, con menos suerte, haber sido convertido en un muerto objeto “util” al pasajero gusto de los depredadores; quizas algún depredador, pedalee su diario debajo de toda esa vida, hacia delante rueda, hacia detrás rueda, por la mañana rueda dentada en una fábrica, en la noche rueda de la fortuna que en la TV hacen ricos a otros, rueda de la vida, sansara que no verás, rueda cegadora, segadora… los verdes no explotan, las tormentas son sólo en el parte del tiempo, el aire es invisible, la fruta esta cara, tengo que comprar guantes para el invierno rueda, rueda mercado, rueda trabajo, hojas secas que dificultan rodar... ¿iré el domingo a la iglesia?

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