... compro ingenuamente dos billetes de lotería en el supermercado a mi paso... cruzo la calle y espero el bus, esa pecera donde aliviaré, por unos minutos, el intenso calor ; un interior tapizado de azul y una voz electrónica, pausada, anunciando las paradas propician un ambiente relajado ; hay unos cuarenta puestos para sentarse; sólo una docena están ocupados... observo con cierta impertinencia a mis compañeros eventuales de viaje... no somos en nada doce discípulos de una buena causa ; ni siquiera somos un grupo sino una suma de individualidades evitando mirar nuestras almas; hay una soledad inmensa aún en los atiborrados metros de las grandes ciudades ; tampoco están acompañados los pilotos de autos, autistas de poco contacto con el exterior.... desde sus burbujas hacen sus transacciones bancarias donde un cilindro sustituye la mano del cajero y si a comer van, por una ventanilla una Mona Lisa con gorra, auriculates y micrófono le extiende dos globos de papel con el contenido del pedido.
Es mi turno de salir al exterior, tras un corto tramo entre sol y asfalto caliente llegaré al próximo jalón del día donde alguna actividad me privará de las reflexiones hijas del ocio y cuando llegue a casa, al final del dia, algunas reflexiones más me privarán de cualquier otra actividad.
Es mi turno de salir al exterior, tras un corto tramo entre sol y asfalto caliente llegaré al próximo jalón del día donde alguna actividad me privará de las reflexiones hijas del ocio y cuando llegue a casa, al final del dia, algunas reflexiones más me privarán de cualquier otra actividad.