...en mi ciudad hace un sol delicioso y ahorita me voy a caminar por ahi…
Después de una caminadita por el barrio con la justificación de echar unas cartas en el buzón de la esquina descubro la libertad en esta tarea que pudiera ser cotidiana de no haberme acomodado a dejarlas en la fachada de la casa; un sol de mediodia matizado con una fresca temperatura de enero me lleva más allá de la meta planificada y, domingo al fin, un vecino, tan desconocido como cuando llegué al barrio, friega su auto; paso por el estrecho camino de cemento entre la cerca de su casa y el objeto de su profilaxis sin siquiera hacerle una pregunta sin importancia, él me mira con indiferencia de ave de corral… de vuelta a la esquina una caja de muñeca bastante grande, rosada, está botada en un jardin, lastre de los regalos navideños… “…era tan bella y pequeña la niña que fue llevada en una caja de muñeca, rosada, cuando la desconocida enfermedad borró sus signos vitales; burda manera de decir que aquél angelito regresaba con los suyos… la caja desechada en el otro barrio y recogida para colocar a la muñequita rota, lejos de resaltar la pobreza de la familia se convirtió en marco adecuado para ese cuerpecito sin alma…”
Después de una caminadita por el barrio con la justificación de echar unas cartas en el buzón de la esquina descubro la libertad en esta tarea que pudiera ser cotidiana de no haberme acomodado a dejarlas en la fachada de la casa; un sol de mediodia matizado con una fresca temperatura de enero me lleva más allá de la meta planificada y, domingo al fin, un vecino, tan desconocido como cuando llegué al barrio, friega su auto; paso por el estrecho camino de cemento entre la cerca de su casa y el objeto de su profilaxis sin siquiera hacerle una pregunta sin importancia, él me mira con indiferencia de ave de corral… de vuelta a la esquina una caja de muñeca bastante grande, rosada, está botada en un jardin, lastre de los regalos navideños… “…era tan bella y pequeña la niña que fue llevada en una caja de muñeca, rosada, cuando la desconocida enfermedad borró sus signos vitales; burda manera de decir que aquél angelito regresaba con los suyos… la caja desechada en el otro barrio y recogida para colocar a la muñequita rota, lejos de resaltar la pobreza de la familia se convirtió en marco adecuado para ese cuerpecito sin alma…”
La segunda vecina que encontré conversaba con una amiga y me aventuré a agitar el brazo y susurrar un buenos dias… no estoy muy atinado con los saludos… ni siquiera una paloma que paseaba junto a mí cuando le daba la vuelta a la iglesia respondió a mis insistentes “currucucús".
"La caja descendía y me pregunté si no sería más justo colocarla en el estante de una juguetería, el sol tibio, la reclamación al todopoderoso, la locura de lo inexplicable me empuja a una caminata sin rumbo por entre losas… un ave clara y mensajera pasea por encima de mi cabeza recordándome un santo espíritu que busco a mi manera…"
Cruzo la mirada con alguien que lava el domingo en su auto soleado repitiendo una indiferencia de renglones anteriores… todo es tan extraño… el mundo y sus engranaje… cartas al buzón, paseo, caja de muñeca, muerte, paloma, vecino y vecina… tan extraño como este domingo en la noche cuando escribo todo esto…
Cruzo la mirada con alguien que lava el domingo en su auto soleado repitiendo una indiferencia de renglones anteriores… todo es tan extraño… el mundo y sus engranaje… cartas al buzón, paseo, caja de muñeca, muerte, paloma, vecino y vecina… tan extraño como este domingo en la noche cuando escribo todo esto…
