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Uno de mis más recientes experiencias fue mi viaje a Porto, Portugal; pensé armar un blog aparte para este pues son varios los aspectos que cubren este « journey » comenzando por los preparativos allá en Colombia y la realización de una docena de lienzos en tiempo record para mi velocidad pictórica motivado por mi primera exposición personal en Europa y luego los paseos por las empedradas calles de la zona turistica de esa ciudad, mi encuentro con Luis Raposo, mi estancia en la guarida de Salviano en Gaia(ciudad aledaña, Rio Douro por medio) y los no menos dignos de mencionar hechos relacionados con el envio de uno de mis paquetes con parte de la exposición, estancado en la Aduana de Lisboa.
"Dédalo adentro" se gestaría en una galería de una Institución sin fines de lucro... lo cual no quería decir que yo fuera con ánimos de pérdida... Al final, económicamente hablando, así sucedió por una cadena de hechos ajenos a mi voluntad; mas afortunadamente las ganancias y pérdidas en mi balanza no se miden por unos euros más o menos y la « Experiencia Porto » fue lo suficientemente enriquecedora como para sacar un balance positivo. Es más reconfortante recordar las íntimas callejuelas de aspecto barroco con portadas y portales tapizados de azulejos o puerilmente insultadas por algún grafitti, salpicadas con sensuales pinceladas Art Noveau sobretodo en la zona más comercial donde el Café Majestic se erige como Icon de la frívola conversación del turista a la mano de un trio de músicos callejeros adornando la tarde con Vivaldi o un carrillón agregándo sus notas a las horas exactas.
Junto a café Majestic La Torre de los Clérigos, el oporto, los paseos por el Douro o la « francezinha » -plato local-, el bacallao y la sardinhas al carbón es lo más promovido para el visitante; mas la magestuosidad medieval de la catedral, los rincones impredecibles bordenado el Palacio de Cristal, los retratos realistas-naturalistas pétreos o al óleo- custodiados por el Museo Soares Du Rei, la vista de la ciudad desde los jardines del morro y bajar desde allí hasta la misma base del puente de hierro, entre otras cosas, son parte también del misterio de esta ciudad.
Aún faltaría por hablar de « Serralves en festa » evento del Museo de Arte Comtemporáneo, de la emoción de la Eurocopa catalizadora del orgullo nacional reflejado en aquellas banderas en todo balcón, de mi exposición y de los nuevos amigos; esto sin ser exhaustivos con los detalles de los viajes de ida y regreso y aquel incidente con la aduana de Lisboa que mutiló la muestra artística a más de la mitad aunque la responsabilidad de esto no cae por entero en esa institución tan antigua, como burocrática, de ese país.
En vez de de otro blog, ya tengo suficientes, los dejo con esta evocación escrita y una foto de la iglesia de San idelfonso por aquello de que una imagen habla más que mil palabras. Este templo católico, de sencilla arquitectura, una pieza de la fina vajilla dispersa por toda la ciudad, fue mi punto de partida de mi diario deambular después de atravezar Plaza Batalhia una vez en Porto tras quince minutos en bus desde Gaia; siempre seguiría un itinerario lleno de sorpresas por esta encantadora urbe saturada de sitios donde degustar sus magníficos dulces con un exelente café en cualquiera de sus variantes y plena de rincones para deleitar el ojo más exigente, a lo largo de lineas de tranvias entre visitantes y locales, estos últimos con el buen ánimo de ayudar al extranjero zambullido inutilmente en un minúsculo mapa distribuido por la oficina de turismo aunque; a decir verdad, nadie se pierde en Porto si se tiene como referencia las construcciones en los puntos más altos del terreno irregular.
"Dédalo adentro" se gestaría en una galería de una Institución sin fines de lucro... lo cual no quería decir que yo fuera con ánimos de pérdida... Al final, económicamente hablando, así sucedió por una cadena de hechos ajenos a mi voluntad; mas afortunadamente las ganancias y pérdidas en mi balanza no se miden por unos euros más o menos y la « Experiencia Porto » fue lo suficientemente enriquecedora como para sacar un balance positivo. Es más reconfortante recordar las íntimas callejuelas de aspecto barroco con portadas y portales tapizados de azulejos o puerilmente insultadas por algún grafitti, salpicadas con sensuales pinceladas Art Noveau sobretodo en la zona más comercial donde el Café Majestic se erige como Icon de la frívola conversación del turista a la mano de un trio de músicos callejeros adornando la tarde con Vivaldi o un carrillón agregándo sus notas a las horas exactas.
Junto a café Majestic La Torre de los Clérigos, el oporto, los paseos por el Douro o la « francezinha » -plato local-, el bacallao y la sardinhas al carbón es lo más promovido para el visitante; mas la magestuosidad medieval de la catedral, los rincones impredecibles bordenado el Palacio de Cristal, los retratos realistas-naturalistas pétreos o al óleo- custodiados por el Museo Soares Du Rei, la vista de la ciudad desde los jardines del morro y bajar desde allí hasta la misma base del puente de hierro, entre otras cosas, son parte también del misterio de esta ciudad.
Aún faltaría por hablar de « Serralves en festa » evento del Museo de Arte Comtemporáneo, de la emoción de la Eurocopa catalizadora del orgullo nacional reflejado en aquellas banderas en todo balcón, de mi exposición y de los nuevos amigos; esto sin ser exhaustivos con los detalles de los viajes de ida y regreso y aquel incidente con la aduana de Lisboa que mutiló la muestra artística a más de la mitad aunque la responsabilidad de esto no cae por entero en esa institución tan antigua, como burocrática, de ese país.
En vez de de otro blog, ya tengo suficientes, los dejo con esta evocación escrita y una foto de la iglesia de San idelfonso por aquello de que una imagen habla más que mil palabras. Este templo católico, de sencilla arquitectura, una pieza de la fina vajilla dispersa por toda la ciudad, fue mi punto de partida de mi diario deambular después de atravezar Plaza Batalhia una vez en Porto tras quince minutos en bus desde Gaia; siempre seguiría un itinerario lleno de sorpresas por esta encantadora urbe saturada de sitios donde degustar sus magníficos dulces con un exelente café en cualquiera de sus variantes y plena de rincones para deleitar el ojo más exigente, a lo largo de lineas de tranvias entre visitantes y locales, estos últimos con el buen ánimo de ayudar al extranjero zambullido inutilmente en un minúsculo mapa distribuido por la oficina de turismo aunque; a decir verdad, nadie se pierde en Porto si se tiene como referencia las construcciones en los puntos más altos del terreno irregular.
No siendo este blog dedicado a "viajes" le remito a mis blogs "Mi entorno" y "Dédalo adentro" cuyos links están a la derecha de este texto, para cualquier otra información acerca de lo que vi y lo que pinté por aquella fecha.
